¿Libres?
- J. D. Amador Maldonado
- 14 sept 2014
- 2 Min. de lectura
La libertad es algo a lo que todo ser humano aspira. Algunos países se declaran libres y soberanos, es decir que pueden decidir por sí mismos el rumbo que han de tomar y entonces celebran su libertad. De la misma manera, cada ser humano ve la libertad como un alto ideal donde el ser humano se puede desarrollar plenamente.
Pero la historia nos enseña que se libran guerras y más guerras en pro de la libertad, y aun así se sigue luchando nuevamente por la libertad. Y es que la opresión y el yugo que amenaza la libertad, permanece sin importar cuanto se ha luchado por ser libre.
Es cierto que muchos hablan de libertad sin tener claro que es esa libertad. Algunos lo ven como que su manera de pensar sea la que domine y exigen tolerancia y libertad sin concedérsela a los demás. Otros más piensan que libertad es hacer todo lo que uno desea mientras no dañe a otros. Pero si tenemos un concepto objetivo de “libertad” es el que mencionamos anteriormente “lo que permite el desarrollo pleno del ser humano.
Esto nos lleva una vez más a discernir la verdadera raíz del conflicto y la esclavitud, el pecado. Mientras el pecado domine en el ser humano, una y otra vez habrá quienes quieran estar por encima de los demás, y quienes quieran ser libres de ese dominio. Pues de lo que realmente necesitamos es ser libres del pecado.
Y lo que debemos tener en cuenta sobre el dominio del pecado, es que hace miserables a quienes son dominados por él. Y esto aplica incluso a quienes pudieran estar viviendo una vida cómoda. Pues no puede haber un ser humano que se desarrolle plenamente mientras su corazón experimente amargura y los recuerdos pesen en su mente. Está libertad responde al deseo de ser libres del rencor, la frustración, el miedo y la ansiedad.
Esa es la libertad que sólo Cristo puede traer, es por lo que murió por nosotros en la cruz. De este modo somos libres de todo lo que impide que lleguemos a ser lo que debemos ser, la imagen de Cristo. Eso es lo que nos lleva a ser plenos.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36
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