Conociendo al verdadero Dios

Conocer a Dios, es tal vez una frase con poco sentido para muchos, pues la mayoría de las personas afirmará que conoce a Dios, refiriéndose a que saben quién es él. ¿Pero será eso conocer a Dios?

Cuando Dios habla a través del profeta Jeremías sobre un nuevo pacto, el afirma <<y nadie dirá a su hermano “conoce a Dios” porque todos me conocerán, desde el más grande hasta el más chico>>. Por su parte Jesús afirma sobre aquellos que le dicen “Señor, Señor” pero que no hacen la voluntad de su Padre, que él nunca los conoció, pese a que hicieron milagros, profetizaron y echaron fuera demonios.

Así que ¿a qué nos referimos al hablar de “conocer a Dios”? ¿Es el conocimiento de Dios algo que realmente se adquiere por lo que se hace en la Iglesia? ¿O acaso habrá iglesias que aún necesitan conocer a Dios?

Si Dios habla a través de Jeremías respecto de que todos lo conoceremos, entonces esto debe tener un sentido importante, no por el hecho de nuestra capacidad para conocer a Dios, sino de su deseo de ser conocido por todos. Esto significa que Dios desea que le conozcamos.

Es necesario que tengamos claro el hecho de que por naturaleza rechazamos el conocimiento de Dios, pues el apóstol Pablo escribe que habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias.

Y como a Dios no nadie le ha visto nunca, Jesucristo vino para darle a conocer. Así que conocemos a Dios, porque Dios nos conoce (ver Gálatas 4:9). Esto significa que conocer va más allá de meramente tener información acerca de Dios, es establecer una relación verdadera con Dios. Y esta relación no se funda en la emoción o el capricho, sino en lo que Dios nos ha revelado de sí mismo en su Palabra.

Conocer a Dios, es saber lo que él ha dicho y ponerlo en práctica. La relación con Dios en ningún momento se puede establecer en la ignorancia de su Palabra, pues de esa forma no podríamos poner en práctica lo que él nos manda.

Por lo tanto, en la iglesia y en nuestra vida diaria podríamos hacer muchas cosas pretendiendo agradar a Dios, pero sin conocer lo que él ha dicho. De esa forma estaríamos haciendo cosas que Dios no nos ha mandado, y no estaríamos cumpliendo su voluntad. Eso sería la muestra de una verdadera falta de relación con él.

Por lo tanto, debemos conocerle mejor cada día, para cumplir con su voluntad. Y esto es lo que como Iglesia debemos hacer, pues nos es necesario crecer en el conocimiento de Dios.

Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

2 Pedro 3:18