La importancia de la advertencia

Una de las cosas más importantes para nosotros como cristianos es la certeza que tenemos de la Biblia como la Palabra revelada de Dios. Y por eso nuestra fe se sustenta en lo que ella dice. Pues estamos convencidos de que todo lo que Dios quiere que sepamos respecto de él, de esta vida, de nosotros mismos, y de la vida eterna, está revelado en su Palabra.

Por lo tanto la Biblia no es un libro ocioso, si nos indica algo es porque es importante, si no nos dice más sobre algún tema, es porque no es tan importante para esta vida, y no nos corresponde saberlo. Dios no busca alimentar la curiosidad o el morbo de las personas, pues la Biblia tiene como propósito cumplir con el plan de Dios.

Así que en lo referente a los últimos tiempos, el anticristo, la tribulación, y todos los temas escatológicos, debemos asirnos a lo que la Biblia nos dice y no buscar ir más allá de lo que está escrito, tal como lo diría el Apóstol Pablo a los corintios (1 Co. 4:6).

Si la Biblia nos habla del anticristo, nos lo dice para tenerlo presente, el engaño existe y debemos estar alerta. Pero esta enseñanza no debe buscar saciar curiosidades que en ningún momento están dispuestas a honrar a Dios.

Y eso nos enseña que el propósito de Dios al hablarnos del anticristo, se puede entender en razón del contexto en que Juan lo menciona en su primera carta y Pablo, quien en realidad no utiliza el término anticristo, lo dice a los Tesalonicenses.

Y según vemos en ambos casos, los cuales son los principales que tratan este tema, el propósito de mencionarlo es, no ser engañados. Eso significa que el engaño es una realidad y es un peligro para el cristiano. Por eso debemos estar atentos, pues el engaño dentro de la iglesia no será (ni ha sido) algo que tomar a la ligera, y se dará en formas que tal vez nos lleguen a sorprender. Por eso debemos prestar atención a lo que la Biblia nos dice para que no perdamos el rumbo.

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?

Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.

1 Juan 2:22